EL DOLOR

EL DOLOR.


Desde que el hombre existe siempre ha tenido que luchar contra agentes externos que lo limitan o incapacitan para realizar lo que él libremente elige. Profundizando un poco más en esta lucha se puede llegar a la conclusión de que el ser humano no la evita por el propio hecho de la agresión sobre su organismo, sino por lo que le puede producir de dolor. De todo ello se deduce que el dolor es una muestra sensitiva totalmente dominable.
El dominio del dolor empieza por uno mismo siempre y cuando se tenga un autocontrol que pueda superar toda sensación incómoda. Pongamos un ejemplo:

un maratoniano que tiene que correr 42 kilómetros en un tiempo determinado para lograr batir una marca, someterá a su organismo a un esfuerzo que provocará un aumento de la frecuencia cardiaca, de la tensión muscular, articular, tendinosa y emocional. Todo esto puede, y de hecho, se transforma en dolor de forma inmediata. Si este atleta no tiene la suficiente capacidad para superar esa situación, transformarlo los agentes negativos en algo positivo, y con un convencimiento claro, evidente provocaría una reacción mucho más negativa llegando a la irritación y abandono de la actividad. Para entenderlo mejor nos basamos en el Dibujo 1.

La sensación de dolor puede venir por cuatro vías:

  1. Tensión emocional: enfados, stress, malas noticias, etc.

  2. Infección: dolor de oídos, muelas, etc.

  3. Traumatismo físico: fracturas, fisura, esguinces, etc.

  4. Inmovilización: escayolas, rehabilitación postoperatoria,etc.


Todos estos agentes a través de las conexiones sensitivas de los nervios mandan la información hasta el cerebro donde se elabora una respuesta y reacciona con otro estímulo en forma de dolor. En ese momento, el dolor se hace más intenso, provocando una isquemia (falta de flujo sanguíneo, falta de oxigenación) en el tejido interno. Así, se van reteniendo negativamente más metabolitos que desencadenarán una tensión muscular alrededor de ese punto específico. En torno a esa tensión muscular es apreciable una inflamación de los tejidos provocando una reacción fibrosa. Esa reacción podría lesionar otra parte sana de nuestro organismo que, en el peor de los casos, tendría como resultado una incapacidad funcional. Por tanto, si somos capaces de desviar la atención de ese punto de dolor y transformarla en algo positivo, llegaremos a una analgesia, no total, pero si mucho más llevadera (Dibujo2).


Volviendo al caso del atleta anteriormente mencionado, si su razonamiento acerca de su estado físico comienza a desviarlo por el canal positivo, su fatiga disminuirá y, por supuesto, mejorará su rendimiento. Para lograr la desviación por el canal positivo, el maratoniano puede hacer el siguiente razonamiento en el momento en que viene la fatiga, el dolor muscular se hace más intenso o la frecuencia cardiaca aumenta: “Estoy cansado, pero voy a llegar”. “Tengo que ir reservando fuerzas para el final”. “Las molestias en el gemelo serán posiblemente falta de calentamiento. Cuando pase un kilómetro o dos, se me olvidará el dolor…”


De esta manera, manteniendo esa concentración el rendimiento final del corredor será mejor que el rendimiento de aquel que, aún pudiendo llegar en mejores condiciones, no es capaz de cambiar los agentes negativos en estímulos positivos.

Raúl López de la Poza.Fisioterapeuta. Colegiado 4772